La Fábrica de los Muñecos

Antonio Garrigós y Giner
Para los vecinos de Chinchilla, las figuras de Antonio Garrigós eran muñecos y la Cerámica de Pascual Vila la Fábrica de los Muñecos.
Representante de la generación del 27, Garrigós tiene una calle y una sección en el Museo de Bellas Artes en Murcia. Además de escultor, fue un comerciante avispado que regentó un próspero taller de artesanía. Cuando recaló en Albacete, en el año 51, ya tenía una reputación como creador de belenes. Vino a acompañar a su hijo, que se llamaba como él y era cura de la Purísima. Pero, como era un hombre muy activo, que dicen que trabajaba catorce horas diarias, empezó a aceptar encargos. Esculpió el Cristo del Silencio que sale en la Procesión del Jueves Santo de Albacete y se conserva en La Purísima, y organizó una exposición en el Casino Primitivo. Entabló amistad con Pascual Vila, que regentaba la fábrica de cerámica heredada de su abuelo y que poseía una cantera de arcilla en Chinchilla. Enseguida, Garrigós se trajo de Murcia los más de 300 moldes que había ido acumulando desde la década de los 20 y los dos pusieron manos a la obra. Crearon belenes, por supuesto, de los que es conocido el chinchillano de 28 piezas. Pero también recrearon las figuras que Garrigós había comercializado con éxito en Murcia: terracotas con mucho de artesanía y un toque de arte moderno. Los cinco años de colaboración dieron hasta para fabricar alguna pieza nueva, como el Sumo Sacerdote que sostiene al Niño Jesús recién nacido, del que no hay constancia en su Murcia natal. Luego, el escultor volvió a Murcia y más tarde a Madrid, donde moriría en 1966. La Fábrica Ceramista había estado en la calle Ricardo Castro de Albacete, y de ahí se trasladó a la calle Cervantes. Las piezas se vendían en lo que ahora es una rotonda, a la entrada de Albacete, donde estuvo la Nissan y ahora hay un bazar. Poco a poco, la venta fue decayendo y  terminaron almacenadas en la Cerámica de Chinchilla, justo donde se encuentra ahora el restaurante de la piscina municipal, por entonces también de la familia. Ahí nació la leyenda de la Fábrica de los Muñecos, que fue languideciendo hasta cerrar en los años 70. Muchas familias chinchillanas conservan belenes de la colección o piezas sueltas, algunas de las cuales se exponen ahora en el Claustro de Santo Domingo, en una muestra que homenajea la amistad y la obra de Garrigós y Vila. Por desgracia, muchas piezas y posiblemente todos los moldes, que eran de escayola, fueron a parar a lo que entonces era un barrero y hoy es un proyecto de urbanización, junto a la piscina. Nadie calculó que eran las valiosas expresiones de un maestro y el fruto de una fecunda colaboración. La exposición estará abierta hasta el 17 de enero.

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